Diez años después

Acabo de releer lo que escribí en la introducción al libro La vuelta al mundo en 20 Festivales que publiqué hace seis años (1), y la verdad creo que todo lo que podía decir de los cambios en la crítica, el cine y la sociedad en estos 25 años, está ahí mucho mejor expuesto de lo que ahora mismo puedo hacer yo.
Por eso pienso que voy a hacer algo más sencillo. Ver como han cambiado las cosas en estos casi 10 años, los que van del 2004, cuando empecé a escribir el libro, hasta ahora.
Parece mentira, pero  en este pequeño espacio de tiempo la forma de hacer la crítica ha cambiado muchísimo. Y no me refiero a las nuevas tecnologías que ya estaban presentes hace diez años y que tanto han influido en este trabajo, por un lado, porque nos han facilitado la vida al tener acceso a cualquier cosa (películas on line, entrevistas en directo, films de festivales…) y al mismo tiempo nos han confundido con una avalancha de información que obliga al crítico contemporáneo a navegar en medio de un marasmo de desinformación importante. No.
Creo que la crítica ha cambiado en estos diez años porque han cambiado los críticos.
Primero, hay muchos mas. No solo hay mas firmas en las revistas y los medios de comunicación tradicionales, es que hay muchos, muchísimos críticos espontáneos, autores de blogs o de revista on line, que muchas veces, desde su libertad son mucho mas interesantes que los considerados “críticos” oficiales. Pero entonces, la pregunta asalta enseguida cuando planteas esta cuestión, ¿qué es lo que hace que una persona se considere a si misma y por los demás, un crítico de cine, un profesional? Esta pregunta no existía hace diez años porque solo eran críticos de cine los que publicaban en medios convencionales. Hoy, ¿quiénes son? Creo que la única respuesta posible está precisamente en la palabra “profesional”: son críticos de cine los que cobran (aunque sea una miseria) por su trabajo. ¿Es el factor económico el que “hace al crítico”? Dejo el interrogante en el aire por si alguien quiere contestarlo.
Hay otros cambios sustanciales en estos diez años. Uno de los más espectaculares es la incorporación de firmas de mujeres en este terreno. Durante años, yo era “la crítica”, (había cronistas, periodistas, pero no críticas). Hace diez años había alguna mas, tan pocas que se conocían todos sus nombres. Hoy, por suerte, hay muchas chicas escribiendo en medios públicos y eso también ha significado algo. Un cambio de punto de vista, un enriquecimiento de las miradas.
Otro cambio importante ha sido la incorporación de una generación de críticos que no vienen del periodismo o de la cinefilia, sino directamente de la academia, de la universidad, de la formación intelectual antes que la formación cinematográfica. Esto es un fenómeno relativamente nuevo.  Hace diez años también había críticos que “daban” clases de cine en la universidad, pero no las habían recibido. Venían de Historia del Arte, de Periodismo, de Historia; ahora son los alumnos de estas clases de cine, alumnos de facultades especializadas, los que están ocupando los puestos de relevo. Esto ha generado un tipo de crítico distinto, más intelectual, menos periodista.
Para acabar estas líneas solo quiero decir una cosa. Creo firmemente  en la tradición, en las herencias, en las líneas de transmisión de las ideas. Creo que los veteranos tienen cosas que decir y de los que se puede y se debe aprender. Yo aprendí mucho de José Luís Guarner y a pesar de nuestras diferencias de criterios, considero que sin su figura no habría llegado a escribir de cine como lo hago.
Pero una cosa es respetar y sacar provecho de esta transmisión y otra es el inmovilismo. Hay críticos de cine que ya no eran interesantes cuando empezaron y que los son menos aún ahora que siguen reproduciendo esquemas y fórmulas caducas desde plataformas de difusión muy importantes. Soy una firme partidaria de la renovación, de los relevos, de la evolución. Con puentes al pasado que vale la pena (y hay mucho en la crítica española donde bucear para encontrar referentes) pero no con poltronas de por vida.
Esa es la gran asignatura pendiente de la crítica actual: armonizar un pasado válido con un futuro por construir. En medio, nuestro presente donde convivimos unos con otros y sobrevivimos como podemos.
(1) Podeu llegir la introducció al llibre La vuelta al mundo en 20 festivales en aquest mateix dossier.