El paradigma de X

Hace algún tiempo, durante la celebración de un seminario de crítica que complementaba la programación de un festival patrio, uno de los ponentes, no desvelaré su nombre pero sí que ocupa un cargo directivo en otro importante certamen cinéfilo, lamentaba los artículos negativos con los que un miembro de la prensa local castigaba la programación de su evento: “Es normal que X sea tan duro con nosotros puesto que antes trabajaba para el festival y nuestro equipo prescindió de sus servicios”. Debo confesar que, al escuchar esta frase, tuve la reacción instintiva de buscar con la mirada al resto de los asistentes al seminario, en buena parte compañeros críticos, intentando hallar alguna palabra o gesto de protesta, algún mohín de furiosa indignación, alguna airada respuesta que dijera que eso no era “normal”, que lo normal (DRAE 1. adj. Dicho de una cosa: que se halla en su estado natural 2. adj. Que sirve de norma o de regla) era que el crítico mantuviera su independencia, su punto de vista personal, por encima de que existiera alguna relación, pecuniaria o amistosa, con la muestra cinematográfica en cuestión. Al fin y al cabo, la labor de la crítica, pensaba mientras seguía revisando rostros, con respecto a los festivales en particular y a todo en general, no es demoler o alabar partidariamente tal o cual acontecimiento, sino emitir una opinión sincera y constructiva de qué y cómo podría mejorarse. Asumir, en fin, que la actitud de X era “normal” equivalía a afirmar que cuando un crítico trabaja para un festival se desprende de su genuina imparcialidad, transformándose en otra cosa, en una pluma a sueldo, en algo diferente a lo que es o debería ser, dando por sentado que todo lo que diga o escriba estará mediatizado por su situación contractual, desnaturalizándose, en resumen.

Si están interesados en la resolución de esta, creo, significativa anécdota, debo decir que nadie negó en voz alta que dicho comportamiento fuera normal, X y sus textos mercenarios se habían convertido (quizá siempre lo habían sido) en un paradigma entre la silenciosa audiencia.

© Martín Cuesta, 06-09-2015