“No intenso agora”, ganadora del Premio de la Crítica en el Atlántida Film Fest

El jurado de la crítica del Atlántida Film Fest integrado por Laura Blanco, Javier Osuna y Ramón Alfonso, decidió premiar al documental No intenso agora de João Moreira Salles

Laura Blanco, Javier Osuna y Ramón Alfonso

Huyendo del imaginario colectivo de los años sesenta, incrustado en la nostalgia y en la memoria de toda una generación, Joao Moreira Salles se las ingenia para armar una personal aproximación al mayo del 68 basado en found footage y grabaciones familiares del autor. Las imágenes se mecen abrumadoras con una soltura sin precedentes, tomando la voz de Salles como el principal recurso que empuja la narración hacia el lado del testimonio. No intenso agora entremezcla diferentes imágenes de las huelgas estudiantiles de París con el viaje de la madre de Salles a China o los discursos de Charles De Gaulle. Su mérito no recae en su valor documental, que lo tiene, sino en la precisión del corte, en la contemplación del momento y la belleza de las imágenes.

La gran potencia de No intenso agora reside en que parte de la vivencia personal, del material fílmico y fotográfico casero, del imaginario ideológico y visual heredado, para construir una constelación de puntos importantes para la historia de los movimientos revolucionarios ligados a la izquierda y al comunismo en el siglo XX. La aproximación a estos momentos históricos se vuelve especialmente interesante en tanto que se hace mediante la resignificación de imágenes y material de hemeroteca. Huye de los lugares comunes y no le interesa contar la historia oficial, ni tampoco ir en contra de ella porque sí, sino acercarse a la imagen intentando abstraerse de ideas preconfiguradas y ver qué revela.

Este viaje es realmente importante y con un poder inmenso en tres niveles: por un lado, por contribuir al eterno debate identitario de la lucha de clases, discutiendo con sus grandes símbolos; por otro, por ser una lección de crítica de cine mediante la realización y el montaje, un poderosísimo video-ensayo; y, por último, por conseguir hacer todo esto desde una perspectiva personal e íntima, manteniendo la objetividad pero aportando una mirada única.

La pieza además logra traducir a imagen un necesario y fascinante diálogo generacional según la observación de parte de la memoria del mundo. Salles no es un soñador, al menos en su sentido pretérito, ni posiblemente desea recorrer el mundo con cuatro dromedarios para admirarlo y descubrirlo, como parte del ya desaparecido clan de cineastas de entreguerras. Nacido en 1962, vive y trabaja entre dos mundos antagónicos, el poetizado por la memoria y la desconcertada era de la Europa rota y Trump. Las imágenes recuperadas y fusionadas en una suerte de diario en permanente mutación no le pertenecen, no se refieren una y otra vez a él. Así, el examen y cuestionamiento de las mismas no facilita la organización de un esperado autorretrato, sino el ajuste de la radiografía hermosamente fragmentaria de un tiempo desvanecido. Salles capta el sentir político y moral de un tiempo, quizá idealizado, quizá en demasía, corazón del acto final de la Modernidad, aludiendo a los escombros de cierto clasicismo francés, pero sobre todo a las características formas de la revolución cultural. El cineasta habla, y mucho, de cine, en una novela fundamentalmente de aprendizaje, tal vez dedicada entre líneas al escurridizo Chris Marker, que aspira, situada en la pista del misterioso siglo XXI, a esbozar un instrumento de encuentro, unión y también despedida.