El baño del diablo, de Veronika Franz y Severin Fiala, y Else, de Thibault Emin, premiadas en Sitges 2024

El jurado de la Crítica de ACCEC de la 57º edición del Sitges- estival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, integrado por Llorenç Esteve, Paola Franco y Sergi Sánchez, ha otorgado por unanimidad el Premio José Luis Guarner de la Crítica a El baño del diablo y el Premio Citizen Kane al mejor director revelación a Thibault Emin por Else.

Como cada año el Festival de Sitges es la cita obligada para evaluar el estado de lo que el propio certamen etiqueta como “cine fantástico”. Sin embargo, ya desde hace un tiempo, la selección oficial (SOFC) dejó de ser una oda a las tradiciones del género para ir mutando a un microcosmos híbrido en el que la ortodoxia del fantástico y terror se contaminan ya sea con drama social, comedia, pulp o distopía. Dentro de la cosecha del 2024 de la SOFC se han elevado con bastante claridad dos títulos que participan de ese mestizaje fílmico; la demoledora producción austríaca El baño del diablo (Des Teufels Bad), no solo ganadora del Premio José Luis Guarner de la Crítica, sino del premio al mejor largometraje de la SOFC y Else, la fascinante opera prima del realizador francés Thibault Emin.

Con El baño del diablo, la dupla formada por Veronika Franz y Severin Fiala se sirve de un realismo estremecedor para echar la vista atrás, en concreto al siglo XVIII, y abordar un oscuro capítulo en la historia austríaca: la sangría de mujeres con voluntades suicidas que recurrieron al asesinato para conseguir ser condenadas y ejecutadas, evitando así acabar en el purgatorio. Acercándose a ciertas configuraciones del elevated horror, la narración se centra en la destrucción emocional de Agnes, una joven aldeana que se sume en una profunda depresión a partir de contraer matrimonio y tener que enfrentarse al rechazo de su marido y la consecuente incapacidad para cumplir con lo establecido. Conjugando con exquisita sobriedad los elementos formales enraizados en la más pura fisicidad, la película deambula entre el drama y el folk horror, a la vez que pone el foco en la salud mental de las mujeres, en tiempos donde su figura se limita al ámbito doméstico, condenadas a asegurar la descendencia. Al igual que ese asfixiante bosque que las rodea, el fanatismo religioso con que la sociedad oprime a estas mujeres las conduce al sacrificio como única vía de salvación. La expiación de unas almas rotas a cambio del martirio de la inocencia.

Else

Si hablamos de Else todo apunta a que se alineará con la moda del cine pandémico que explota las pústulas del body horror en una atmósfera de paranoia y confinamiento. Sin embargo, una de las grandes virtudes del deslumbrante debut en el largo de Thibault Emin es que sabe captar las angustias de la contemporaneidad llevando hasta las últimas consecuencias las ambiciones de su atractiva premisa -¿qué ocurriría si un virus empezara a fundirnos con la materia de nuestro entorno?- sin perder de vista que está contando una historia de amor. Emin no pierde el tiempo en encerrar a sus dos personajes, que aprenden a quererse amenazados por la enfermedad, en un piso en el que la materia, todo aquello que vemos y tocamos, es un peligro en potencia. En una sociedad en la que todo es visible, en la que impera la dictadura de la imagen, no hay peor condena que un virus que se transmite por la mirada, pero lo que sugiere Else, en una deriva metafísica de la que sale airosa, es que, tal vez, el futuro de la humanidad pasa precisamente por ese “devenir-cosa”, esa simbiosis metamórfica que no es más que una secuela actualizada de la Nueva Carne de Cronenberg, uno de los incuestionables referentes de la película. Mientras tanto, Emin nos regala un festival de imágenes inolvidables, creadas con el objetivo de pensar una poética del mundo futuro.

Llorenç Esteve, Paola Franco y Sergi Sánchez