‘La visita y un jardín secreto’, ‘Descartes’ y ‘A los libros y a las mujeres canto’, distinguidas por el Jurado Film Nacional de L’Alternativa

La visita y Un jardín secreto, de Irene M. Borrego

El jurado de la sección oficial de films nacionales de la 29ª edición de L’Alternativa, integrado por las socias Ana Aitana Fernández, Marla Jacarilla y Toni Junyent, ha decidido otorgar ex aequo el Premi Film Nacional a ‘La visita y Un jardín secreto’ de Irene M. Borrego y a ‘Descartes’ de Concha Barquero y Alejandro Alvarado, dando también una mención especial a ‘A los libros y a las mujeres canto’ de María Elorza.

Hoy en día abundan en las plataformas los documentales sobre artistas, que a menudo contribuyen a poner en el foco nombres menospreciados, malentendidos o sepultados por el paso del tiempo. El de Isabel Santaló, protagonista de ‘La visita y Un jardín secreto’, primer largometraje de Irene M. Borrego, ganador ex aequo del Premi Film Nacional de L’Alternativa, podría ser uno de esos nombres. Coetánea de Antonio López, cuya voz desgrana en el filme algunos recuerdos de esta pintora hoy desconocida, Santaló alcanzó cierta notoriedad sobre todo a lo largo de la década de los 60 del siglo pasado, logrando becas para formarse en distintos países y llegando a exponer en Nueva York. Pero la película de Borrego no pretende elaborar un recorrido exhaustivo por la trayectoria de Santaló: esta mujer solitaria que de entrada se nos antoja hermética, indiferente ya al correr del tiempo, es la tía de la cineasta, una tía cuya apuesta por desviarse de caminos impuestos y hacerse un lugar como artista la condenó a un severo ostracismo familiar. Como evidencia ese momento del filme en el que Borrego desplaza el visor de la cámara para mostrarse a ella misma frente al espejo, ‘La visita y Un jardín secreto’ tiene algo de catarsis personal, de superación de un trauma —una extraña oquedad, el borrado de alguien que, aunque no lo parezca, se supone que pertenece a la familia— que la cineasta enfrenta con una dialéctica áspera, en ocasiones desconcertante. Y es precisamente en ese abordaje incómodo, que puede despertarnos cuestiones relativas a cómo acercarse al sujeto filmado, donde reside parte de la fuerza de esta película en que las preguntas tienen más peso que la obtención de una respuesta eventual. Por el camino, a través de la lucidez derrotada de Santaló, que falleció poco después de rodarse la película, obtenemos una radiografía del conservadurismo y del encuadramiento al que se sometía a las mujeres en la España franquista, cuyos vestigios todavía colean a día de hoy.

Descartes, de Concha Barquero i Alejandro Alvarado

Descartes’, el cortometraje de Concha Barquero y Alejandro Alvarado que comparte el Premi Film Nacional con la película de Irene M. Borrego, funciona a varios niveles. Se trata de un montaje de tomas descartadas del rodaje de ‘Rocío’, de Fernando Ruiz Vergara, considerada la primera película censurada por la democracia española. No fue la única: el díptico documental ‘Después de…’, de Cecilia y Juan José Bartolomé, también tuvo problemas con la censura y no vio la luz hasta después del triunfo socialista de 1982, de forma muy limitada. El filme de Ruiz Vergara planteaba una mirada crítica, de corte etnográfico, a la Romería del Rocío, intercalando en sus imágenes un crudo testimonio sobre la represión franquista en la localidad onubense de Almonte, que apuntaba a un antiguo alcalde implicado en las muertes de varias personas. Sus familiares se pusieron en pie de guerra y le hicieron la vida imposible a Ruiz Vergara, que no volvió a dirigir. Las imágenes de ‘Descartes’, a las que se superpone la lectura de fragmentos de los autos judiciales que razonaban el secuestro de la película, traen a colación estos hechos, delatando la pervivencia estructural del franquismo, pero también tienen valor por sí solas: son huella de un tiempo y un país no tan lejanos a la vez que reivindicación de un cineasta íntegro, Fernando Ruiz Vergara, y de un filme que, aunque hoy se puede visionar si se busca un poco, merece ver restituido su lugar en la historia del cine español de la Transición.

A los libros y a las mujeres canto, de María Elorza

Y si en ‘La visita y un jardín secreto’ se nos muestra lo difícil que puede llegar a ser acercarse a un familiar con el cual no se ha tenido contacto durante mucho tiempo, ‘A los libros y a las mujeres canto’ –mención especial del Jurado Nacional– nos habla justamente de todo lo contrario: de la sororidad entre mujeres de una misma familia y de cómo la literatura puede ejercer de lazo intergeneracional entre ellas. En este film, María Elorza retrata a varias generaciones de mujeres (su madre, las amigas de su madre, su hermana…) y lo hace justamente a través de la relación que tienen con los libros. Como podemos intuir por el título, esta ópera prima es una oda, lúdica y juguetona, a la literatura. Literatura entendida no como algo solemne y elitista que solo está al alcance de unos pocos (casi siempre hombres), sino más bien vista como una inseparable compañera de viaje a lo largo de la vida de varias mujeres; esa literatura cercana y cotidiana que consumimos de modo algo compulsivo y que abarrota cada vez más las estanterías de nuestros salones. Hasta que de repente, un día, dichas estanterías se hunden y la vida nos da un vuelco. ¿O tal vez no?